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Deje a mi chico solo, con algo de frío, la incertidumbre de no tener un mañana, el cansancio de una jornada penosa, con algo de charla, algunas preguntas; pero lo deje. Lo deje solo en el andén con un regalo en la mano. Yo le di la mano, el me dio un beso. Me dio las gracias, me pidió que tomara el tren. Le dije que no importaba. Partimos. Yo subí, volví a la ruta y él se alejo, a esa incertidumbre de vida para mí, desde mí. Con sus pocos años de vida, el niño me dejo maquinando, muchísimo.












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O silencio das estrelas